Pocos lugares de nuestro planeta pueden ofrecer una geografía tan variopinta como la isla de La Palma. Un lugar en el que, a cada paso, la naturaleza brota de un modo sorprendente y único, y cuyo resultado es un verdadero paraíso de una gran diversidad. Declarada Reserva Mundial de la Biosfera, su paisaje está irremediablemente unido al espectacular Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, una gigantesca cuenca erosiva, que se abre en medio de la isla, lugar estremecedor e idílico.